En esta vuelta por distintas ciudades europeas nos toca conocer lugares y aerolíneas nuevas, cinco de los seis viajes en avión que haremos en este mes por el viejo continente serán nuestro primer vuelo con varias de empresas low-cost.
En Europa estas aerolíneas no son una novedad. Tienen operaciones extendidas a lo largo y ancho de todo el continente y todo muy aceitado porque cada minuto que el avión está en tierra es menos dinero que van a ganar.
El aeropuerto de Lisboa es el que más vuelos mueve en todo Portugal y eso hace que tenga muchas conexiones, varias de las cuales están operadas por aerolíneas low-cost. ¡Y está en el medio de la ciudad!

Por eso es que desde el año 2015 utilizan la Terminal 2 del Aeropuerto Humberto Delgado como base para este tipo de vuelos.
El edificio está pensado 100% para este tipo de operación, priorizando la eficacia. El público se encontrará con ambientes despojados de toda la parafernalia que suelen presentar los aeropuertos, opciones económicas de comida y espacios adaptables a las necesidades.

Ya al ingreso uno nota que es algo “distinto”. Un gran ambiente, alto, como si fuera un galpón. Al fondo hay carteles y mostradores para check-in intercambiables con los nombres de las aerolíneas, a un costado una gran fila de máquinas expendedoras de comida y bebidas, baños del otro y el paso al sector de embarque.

En el salón principal no hay nada que pueda distraer al viajero de lo que viene a hacer: tomar un avión. No hay entretenimiento, no hay pantallas, no locales (solo uno que vende accesorios viajeros, revistas y golosinas más caras que en las máquinas expendedoras), no publicidades de perfumes ni marcas caras. Solo carteles que indican el próximo paso a dar.

Una vez que despachamos las valijas (si es que las tenemos) y con el boarding pass (que ya hay que traer listo desde casa sino queremos pagar por eso) en la mano nos vamos para el área de controles y seguridad.
Acá no hay que hacer más que mostrar el boleto para poder avanzar ¿por qué? Porque todas las aerolíneas que operan desde esta terminal vuelan a lugares que están dentro del Espacio Schengen no hace falta más nada para moverse entre país. La única excepción se da con los vuelos a Reino Unido para donde sí hay que pasar un control migratorio y que te pongan el selecto en el pasaporte.
Este control está justo antes de subir al avión y es muy similar a cuando uno toma un tren desde Londres al continente o viceversa.

Una vez que revisan el equipaje ya solo resta pasar por un pasillo ancho y gris hasta las escaleras que llevan al salón de embarques donde sí se respira más “aire de aeropuerto” es gracias al paso obligatorio por un pequeño freeshop desde donde se ingresa.
Es una gran sala de espera donde hay algunas tiendas y un espacio de restaurantes donde comprar comida que después podremos subir al avión.


Llega el momento de subir al avión, los que tiene mochila que cabe abajo del asiento por un lado, los que llevan Carry por otro y los que pagaron por un trato preferencial por otro. Este mecanismo se repite con todas las aerolíneas y como decimos arriba la operatoria esta muy bien aceitada.
No hay más de seis puertas que se van activando dependiendo del movimiento de vuelos y que hace que esta gran sala de espera nunca esté abarrotada de gente (a pesar de que en nuestro caso había algunos vuelos demorados).

Las puertas de embarque son ventanales que se abren para que los pasajeros puedan pasar directo a la pista, donde caminarán (o tomarán un bus en los casos más alejados) hasta el avión.
Y es ahí donde, los fanáticos de los aviones nos sentimos en Disney y disfrutamos de ese paseo que terminará con nosotros volando felices y contentos.


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